jueves, 14 de marzo de 2013

FRANCISCO I

En la biografía de Marguerite Yourcenar, escrita por Josyane Savigneau (Alfaguara, 1991), leí ayer estas líneas: "Guardo un terrible rencor a la religión tal como nos la enseñaron, por haber falseado hasta tal punto y desecado a Dios". Agrega: "De todas las grandes religiones, el cristianismo, y el catolicismo en particular,  es la que me parece más atetada de dogmas. Un budista puede meditar hasta el infinito sobre la budeidad (...). El catolicismo, por el contrario, ha insistido más cada vez sobre la literalidad de los dogmas. Se podría decir que hay un fundamentalismo católico igual que hay un fundamentalismo protestante (...)"

A mí, particularmente, me ha gustado la elección del papa Francisco I. Tengo dos lecturas: 
1) es jesuita,  esta ala del catolicismo ha sido  la más estudiosa, se puede decir que llegan a pensar libremente; por ej. no le dan mayor importancia a la resurrección en cuerpo de Jesucristo, si lo que trasciende es el espíritu para qué cuerpo. En suma, Cristo gana su carácter divino con su muerte corporal. En ese orden, los jesuitas son más reflexivos, eso puede llevar a una reforma profunda de la Iglesia, proclive hoy al culto exterior de las imágenes, la milagrería y toda esa tendencia a la exterioridad de los ritos, sin profundizar la fe interior. 

Se percibe un empobrecimiento de la razón, y en cambio hay mucho oído para los pregoneros del fin del mundo y toda clase de terrores sobre pecados, culpas... y no es raro que le den un rol protagónico al Maligno. Adiós amor, adiós libertad, y esperanzas marchitas... 

2) la adopción del nombre Francisco conlleva un fuerte mensaje: el cristianismo, y en particular el catolicismo, debe renovar sus votos de pobreza (humildad, caridad), "algo huele mal en el Vaticano". Y ustedes me acompañarían en una tercera lectura: América (postaborigen) es un continente nuevo; un papa americano puede llevar renovación a la Iglesia. Un abrazo de cristiano, DONALDO MENDOZA.    

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