EL CANTO DEL CISNE
GLORIA CEPEDA VARGAS
Dicen que el
cisne canta solo cuando muere. Si eso es cierto, el cisne cantó en Venezuela el
26 de noviembre del 2012, día del último
viaje del presidente a La Habana, cuando en insólito rasgo de sensatez se despidió del país, nombró como
presidente encargado a Nicolás Maduro, exhortando al pueblo a seguir en todo
momento lo prescrito en la constitución y en caso de su eventual inhabilitación y ausencia definitiva,
la elección del mismo como futuro presidente de la República.
Ante la falta
de Chávez, hoy 10 de enero, fecha en la
que debería haberlo reemplazado interinamente Diosdado Cabello, presidente de
la Asamblea Nacional para designar en
primer término una junta médica evaluadora de su estado de salud y si ésta
considerara su ausencia como definitiva, el presidente encargado habría de
convocar en un lapso de treinta días a nuevas elecciones presidenciales. –Esto sin contar con el abanico
constitucional que abre a la juramentación presidencial un plazo de noventa
días prorrogables, por otros tres meses en caso de
ausencia temporal-
Desde que
Chávez desapareció del escenario político, el lenguaje de Maduro y Diosdado se
endurece entre la virulencia y la escatología. Esto no ha hecho más que poner
al sol la supina ignorancia del primero
y espolear ese potro chúcaro que da coces y dentelladas en la trastienda del
segundo. Maduro califica como mera formalidad “innecesaria en este caso ya
que se trata de un presidente reelecto y no elegido (sic)”, la juramentación
presidencial en la fecha prescrita, alegando un peregrino concepto de
continuidad administrativa y olvidando que el artículo 231 de la constitución
la exige como condición inalterable para que el candidato electo pueda
posesionarse y convertirse en presidente en ejercicio.
El miércoles
9 de enero, en voz de su presidenta Luisa Stella Morales, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo
concluyó: “Chávez sigue siendo presidente
sin necesidad de juramentarse el 10 de enero”, avalando así la tesis
sostenida por Maduro y recordando que la constitución ofrece dos escenarios
para esta ceremonia: en primera instancia, la Asamblea Nacional y en el caso de
eventuales inconvenientes sobrevenidos, el Tribunal Supremo de Justicia. En
consecuencia, el presidente Chávez podrá posesionarse ante esta sala cuando
esté en condiciones de hacerlo y de acuerdo a una fecha propuesta por él mismo.
Negó la posibilidad de la presencia en La Habana de la junta médica requerida
por la oposición, mientras el pueblo venezolano ignora lo que Fidel y Raúl
Castro conocen hasta la saciedad.
El país no sabe para dónde mirar. El centro de
Caracas crepita entre el desconcierto de muchos y las alocuciones y consignas
“revolucionarias” de la concentración convocada hoy por el chavismo en las
cercanías de Miraflores. Ni siquiera las más atrabiliarias dictaduras militares
del pasado habían avergonzado a Venezuela en forma tan primitiva. Los medios de
comunicación no descansan, los más connotados juristas del país rechazan el
atropello, muchas páginas serían necesarias para describir esta mezcla de indignación, desesperanza y
alarde autocrático. El golpe ha sido duro. Esperemos.
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