miércoles, 16 de enero de 2013

EL CANTO DEL CISNE


EL CANTO DEL CISNE

GLORIA CEPEDA VARGAS


Dicen que el cisne canta solo cuando muere. Si eso es cierto, el cisne cantó en Venezuela el 26 de noviembre del 2012, día del  último viaje del presidente a La Habana, cuando en  insólito rasgo de  sensatez se despidió del país, nombró como presidente encargado a Nicolás Maduro, exhortando al pueblo a seguir en todo momento lo prescrito en la constitución y en caso de su  eventual inhabilitación y ausencia definitiva, la elección del mismo como futuro presidente de la República.
Ante la falta de Chávez, hoy 10 de enero,  fecha en la que debería haberlo reemplazado interinamente Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional para  designar en primer término una junta médica evaluadora de su estado de salud y si ésta considerara su ausencia como definitiva, el presidente encargado habría de convocar en un lapso de treinta días a nuevas elecciones presidenciales.  –Esto sin contar con el abanico constitucional que abre a la juramentación presidencial un plazo de noventa días prorrogables, por otros tres meses en  caso  de  ausencia temporal-
Desde que Chávez desapareció del escenario político, el lenguaje de Maduro y Diosdado se endurece entre la virulencia y la escatología. Esto no ha hecho más que poner al sol  la supina ignorancia del primero y espolear ese potro chúcaro que da coces y dentelladas en la trastienda del segundo.  Maduro califica  como  mera formalidad “innecesaria en este caso ya que se trata de un presidente reelecto y no elegido (sic)”, la juramentación presidencial en la fecha prescrita, alegando un peregrino concepto de continuidad administrativa y olvidando que el artículo 231 de la constitución la exige como condición inalterable para que el candidato electo pueda posesionarse y convertirse en presidente en ejercicio.
El miércoles 9 de enero, en voz de su presidenta Luisa Stella Morales,   la Sala Constitucional del Tribunal Supremo concluyó: “Chávez sigue siendo presidente  sin necesidad de juramentarse el 10 de enero”, avalando así la tesis sostenida por Maduro y recordando que la constitución ofrece dos escenarios para esta ceremonia: en primera instancia, la Asamblea Nacional y en el caso de eventuales inconvenientes sobrevenidos, el Tribunal Supremo de Justicia. En consecuencia, el presidente Chávez podrá posesionarse ante esta sala cuando esté en condiciones de hacerlo y de acuerdo a una fecha propuesta por él mismo. Negó la posibilidad de la presencia en La Habana de la junta médica requerida por la oposición, mientras el pueblo venezolano ignora lo que Fidel y Raúl Castro  conocen hasta la saciedad.
 El país no sabe para dónde mirar. El centro de Caracas crepita entre el desconcierto de muchos y las alocuciones y consignas “revolucionarias” de la concentración convocada hoy por el chavismo en las cercanías de Miraflores. Ni siquiera las más atrabiliarias dictaduras militares del pasado habían avergonzado a Venezuela en forma tan primitiva. Los medios de comunicación no descansan, los más connotados juristas del país rechazan el atropello, muchas páginas serían necesarias para describir  esta mezcla de indignación, desesperanza y alarde autocrático. El golpe ha sido duro. Esperemos. 



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