LOS
VOLTIA΄OS
MARCO
ANTONIO VALENCIA
El filósofo
Lou Marinoff en su libro “Más Platón y menos Prozac” nos cuenta que todos los
problemas de la vida de hoy, hace rato ya fueron tratados, pensados y resueltos
por los más grandes filósofos de la humanidad. Es decir, que bajo el cielo de
la Tierra, no hay nada nuevo. Llorar de amor, temer a la muerte, vivir en
soledad, tener conflictos con la ética, no hallarle sentido a la existencia,
afrontar cambios laborales y familiares…
todo eso ya fue tema de nuestros
antepasados, y más aún… las respuestas ya existen. Por eso, la filosofía en la
escuela no puede ser ni será nunca un relleno pedagógico, sino una necesitad
vital para aprender a pensar y a vivir.
Quisiera
sumarme a la propuesta del filósofo diciendo que todos los temas del hombre,
igualmente, ya han sido tratados o visionados por dos mil años de literatura.
Por
ejemplo, en estos días muchos empresarios y políticos, -que son los dueños del
sistema en que vivimos-, se rasgan las vestiduras en público con el escándalo
de los sombreros voltiaos “made in
China” que venden en Cartagena a veinte mil pesos, mientras que los originales,
hechos a mano por artesanos de la Costa Atlántica en muchas horas de oficio,
con hambre y dificultades, valen ochenta mil; y que los consumidores, claro,
prefieren a los chinos por baratos.
¡Cuento
viejo!, esa historia ya nos la contó hace rato el Premio Nobel de Literatura
nacido en Portugal, José Saramago, en un libro que se llama La Caverna, para
advertirle al mundo sobre los peligros del neoliberalismo.
Narra el
escritor la historia de un hombre que fabrica vasijas de barro a mano, vive en
el campo y el dinero que le pagan
escasamente le sirve para no morir de hambre. Pero un día que las lleva al
supermercado le rechazarle el pedido, le devuelven las anteriores porque la
gente ahora compra materas sintéticas, que duran más y son más baratas. Joder:
¡toda una sentencia de muerte! (lean el libro). Obra que a su vez, tiene un
referente simbólico: “El mito de La caverna de Platón”.
Pero a la gran
prensa colombiana le falta mencionar qué otros sectores de la economía manual y
artesanal también tienen sus días contados en el resto del país.
Me refiero
a las señoras que hacen los bizcochos de achira de Fortalecillas cerca de
Neiva, o de las familias que viven de hilar canastos y sombreros en Sandoná,
Nariño.
No podemos
negar la modernidad con sus aperturas económicas. Pero como seres inteligentes,
conscientes, educados, humanos, solidarios… podemos enseñarle a las gentes de
hoy, y a las nuevas generaciones, además de valores, ética y actitud positiva… el valor del artesano y sus artesanías. Porque
tenemos que ser y vivir firmes con lo nuestro. Nada de voltiados.
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