domingo, 20 de enero de 2013

FAROS Y FAROLES

GUIDO E. ENRIQUEZ RUIZ

Faros y faroles

Guido E. Enríquez Ruiz


El escritor Marco Antonio Valencia Calle ha decidido intitular su nuevo periódico “El farol”, seguramente haciendo uso, para ello, de los faroles del centro de Popayán que bellamente iluminan la noche y dan a la ciudad un aspecto acogedor, atrayente, casi mágico. 

La luminosidad y la confianza en lo que podemos captar alumbrado por la luz que desde inmemoriales tiempos el ser humano ha destinado para su seguridad han conservado en nuestra cultura una raíz escita notoriamente existente en el verbo griego φαίνω (faino), que significa brillar mostrarse. 

En el delta del Nilo, cerca de Alejandría, la ciudad de los filósofos, el soberano Tolomeo Filadelfo (285 a 246 antes de Cristo) situó una torre en cuya parte superior hizo encender una luz que permanentemente debía mostrar a los navegantes de esa parte del Mediterráneo el camino seguro para llegar al puerto. Llamó a la isla y a la torre luminosa Φάρος (Faros) e inauguró en el léxico grecolatino esta bella forma. El soberano había conquistado Abisinia, la costa sur de Arabia, Fenicia y algunas costas de Asia Menor,  había mandado a hacer un canal entre el Nilo y el Mar Rojo sabiendo, por consiguiente, que la navegación debía asegurar el comercio de esas regiones contra naufragios y asaltos de piratas. 

Parece, por eso, que no fue Faros, la de Alejandría, la única isla con torre luminosa en la noche porque  en las costas de Dalmacia hay también otros Faros y es probable que hubiera más por la instalaciones mandadas a levantar por varios de los Tolomeos, o sucesores de Alejandro Magno. 

Pero, pasando del Mediterráneo a Popayán, y ya no en el mar, desde viejos tiempos se han usado aquí los faroles (pequeños faros) para hacer menos peligrosa la noche y para llenar ciertas aspiraciones de tono romántico. Antes de la energía eléctrica los faroleros bajaban y subían  los faroles, para encenderlos y apagarlos, al caer la noche y al romper el alba. 

Cuando se reconstruyó Popayán, luego del terremoto de 1983, se tuvo la buena idea de colocar faroles y éstos llegaron a ser una elegante realidad.

Ahora no sólo iluminan la noche sino que dan a periodistas con buenas ideas nombre para un periódico que ojalá, así lo deseamos, contribuya a orientar mejor la vida y la brújula de los payaneses y caucanos y de las payanesas y caucanas.



 ¡Buen viento, buena mar y buena luz!


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